El juzgar a los demás
1»No juzguéis y no seréis juzgados. 2Porque del mismo modo que juzguéis se os juzgará a vosotros, y con la misma medida con que midáis, seréis medidos. “ 3¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo, y no reparas en la viga que tú tienes en el tuyo? 4¿O cómo vas a decirle a tu hermano: “Deja que te saque la mota del ojo”, cuando tú tienes una viga en el tuyo? 5¡Hipócrita!, saca primero la viga que tienes en tu ojo, y así podrás ver bien para sacar la mota del ojo de tu hermano.
6»No deis lo santo a los perros ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que primero las pisoteen, y luego se vuelvan contra vosotros y os despedacen.
Pedid, buscad, llamad
Lc 11:9-13
7»Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán la puerta. 8Porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abre la puerta. “ 9¿Quién entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? “ 10¿O si le pide pescado, le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos no ha de dar buenas cosas a quienes se las pidan?
12»Por tanto, haced vosotros con los demás como queréis que ellos hagan con vosotros, porque en eso se resume la ley de Moisés y lo dicho por los profetas.
La puerta estrecha y la puerta ancha
13»Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplio el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; 14en cambio, estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que la encuentran.
El árbol y sus frutos
15»Guardaos de esos falsos profetas que se acercan a vosotros disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16Por sus frutos los conoceréis, porque no pueden recogerse uvas de los espinos ni higos de los cardos. 17Del mismo modo, un árbol bueno da buenos frutos y un árbol malo da frutos malos. 18Ni el árbol bueno puede dar frutos malos, ni el árbol malo los puede dar buenos. 19Pero cuando un árbol no da buenos frutos, se le corta y se le echa al fuego. 20De modo que por sus frutos los conoceréis. 21»No todo el que me dice “¡Señor, Señor!” entrará en el reino de los cielos, sino únicamente el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22Cuando llegue aquel día, habrá muchos que vendrán a decirme: “Señor, Señor, nosotros hemos profetizado en tu nombre, y también en tu nombre hemos expulsado demonios y hemos hecho gran número de milagros”. 23Entonces yo les declararé: “¡Jamás os conocí! ¡Apartaos de mí, malhechores!”
El prudente y el insensato
Lc 6:47-49
24»Así pues, cualquiera que escucha estas palabras mías y las pone en práctica es comparable a un hombre sensato que construyó su casa sobre la roca firme. 25Un día llegaron las lluvias, se desbordaron los ríos, y los vientos soplaron y golpearon contra la casa; pero no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. 26En cambio, cualquiera que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica es comparable a un hombre falto de sensatez que construyó su casa sobre la arena. 27Un día llegaron las lluvias, se desbordaron los ríos, y los vientos soplaron con violencia contra la casa; y se derrumbó, y quedó reducida a ruinas.
28Cuando Jesús concluyó su discurso, la gente estaba admirada de sus enseñanzas; 29porque él les enseñaba como alguien dotado de autoridad, y no como los escribas.