La conspiración contra Jesús
Mr 14:1-2; Lc 22:1-2
1Cuando Jesús concluyó este discurso, se dirigió a sus discípulos diciéndoles:
2—Como sabéis, dentro de dos días se celebra la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen.
3Entonces se reunieron los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos del pueblo en la residencia del sumo sacerdote llamado Caifás. 4Tomaron consejo entre sí sobre cómo tender una trampa a Jesús, con objeto de apresarlo y darle muerte; 5pero decían: “No lo hagamos durante los días de la fiesta, para evitar que el pueblo se amotine contra nosotros”.
Una mujer unge a Jesús “en Betania
Mr 14:3-9
6Jesús estaba entonces en Betania, en casa de uno a quien llamaban Simón el leproso. 7En esto se le acercó una mujer que llevaba un frasco de alabastro lleno de un perfume de mirra muy caro, que derramó en la cabeza de Jesús mientras él estaba sentado a la mesa. 8Los discípulos, al ver la acción de la mujer, la criticaron enojados.
—Eso es un despilfarro —decían—. 9Podíamos haber vendido este perfume por muy buen precio, y haber repartido el dinero a los pobres.
10Pero Jesús, dándose cuenta de ello, les dijo:
—¿Por qué molestáis a esta mujer? Lo que en mí ha hecho es una buena obra. 11Porque pobres los vais a tener siempre entre vosotros, pero a mí no siempre me vais a tener. 12El perfume que ha derramado en mi cuerpo es una preparación para mi sepultura. “ 13Yo os aseguro que, dondequiera que en el mundo se prediquen estas buenas noticias, se contará también lo que ella ha hecho, para memoria suya.
Judas acuerda traicionar a Jesús
Mr 14:10-11; Lc 22:3-6
14Uno de los doce apóstoles, el llamado Judas Iscariote, se presentó entonces a los principales sacerdotes 15y les preguntó:
—¿Cuánto me daréis, si yo os entrego a Jesús?
Ellos ajustaron el pago en treinta monedas de plata, 16y a partir de ese momento empezó Judas a buscar una ocasión propicia para entregárselo.
La Cena del Señor
Mr 14:12-16; Lc 22:7-13
Mr 14:17-21
Mr 14:22-25; Lc 22:17-20; 1Co 11:23-25
17El primer día de la fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos fueron a preguntarle a Jesús:
—¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?
18—Id a la ciudad, a casa de quien ya sabéis, y decidle: “Esto dice el Maestro: Mi tiempo ya está cerca, y quisiera celebrar la Pascua en tu casa, junto con mis discípulos”.
19Entonces los discípulos, cumpliendo el encargo que Jesús les había dado, fueron allá y prepararon la cena.
20Llegada la noche, se sentó a la mesa para cenar con los doce, 21y en cierto momento, mientras comían, les dijo:
—Sabed que uno de vosotros va a entregarme.
22Ellos se entristecieron profundamente, y comenzaron a preguntarle uno tras otro:
—¿Seré yo, Señor?
23Él les respondió, diciendo:
—Uno que ha metido la mano en el plato conmigo será quien me entregue. 24Es cierto que en el Hijo del hombre va a cumplirse lo que está profetizado, pero ¡ay de aquél por quien el Hijo del hombre es entregado! Mejor le habría sido no haber nacido.
25Judas se acercó también a Jesús, y le preguntó:
—¿Acaso seré yo, Maestro?
—Tú lo has dicho —le respondió.
26Estando comiendo, Jesús tomó un pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
—Tomad y comed: esto es mi cuerpo.
27Luego tomó un vaso de vino, dio gracias por él, se lo pasó a ellos y dijo:
—Bebed todos de él, 28porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual será derramada en favor de muchos, para perdón de los pecados. 29Y tened presente que no volveré a beber de este vino, fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo, con vosotros, en el reino de mi Padre.
30Después de esto y de haber cantado el himno, salieron de allí y se fueron al monte de los Olivos.
Jesús predice la negación de Pedro
Mr 14:27-31; Lc 22:31-34
31Cuando llegaron, Jesús les dijo:
—Todos vosotros vais a sentiros escandalizados por mi causa esta noche, y se cumplirá lo que dicen las Escrituras: “Mataré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas”. 32Pero tened esto presente: después que haya resucitado, iré a Galilea para encontrarme con vosotros.
33A estas palabras, respondió Pedro diciéndole:
—Aunque todos se sientan escandalizados por tu causa, yo jamás me escandalizaré.
34—Pedro —le dijo Jesús—, te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
Jesús en Getsemaní
Mr 14:32-42; Lc 22:40-46
35Pedro sostuvo con firmeza:
—¡Aunque yo haya de morir contigo, nunca te negaré!
Y todos los discípulos decían lo mismo.
36Entonces se fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní. Una vez allí, dijo a los discípulos:
—Quedaos aquí sentados, entre tanto que yo me aparto un poco de vosotros para orar.
37Sin embargo tomó consigo a Pedro, y a Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, y comenzó a entristecerse y angustiarse sobremanera. 38En aquel trance les dijo:
—Una tristeza mortal me ha llenado el alma. Quedaos aquí y velad conmigo.
39Se separó un poco de ellos, se postró rostro en tierra y oró diciendo:
—Padre mío, si es posible, haz que pase de mí esta copa de amargura. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.
40Volvió adonde había dejado a los discípulos, y los halló dormidos. Le dijo a Pedro:
—¿De modo que ni siquiera una hora podéis velar conmigo? 41Velad y orad, para no caer en tentación. Ya veo que vuestro espíritu está dispuesto, pero vuestro cuerpo es débil.
42Por segunda vez se alejó de ellos para seguir orando. Decía:
—Padre mío, si no es posible que esta copa pase de mí, hágase tu voluntad.
43Regresó junto a ellos y de nuevo los halló dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño. 44En seguida volvió a dejarlos, y por tercera vez se apartó para orar con las mismas palabras. 45Entonces fue adonde estaban los discípulos, y le s dijo:
—Dormid todavía y descansad... Pero no, pues ha llegado la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46¡Levantaos, vamos! Ya está aquí el que me entrega.
Arresto de Jesús
Mr 14:43-50; Lc 22:47-53
47Aún no había acabado de pronunciar estas palabras, cuando Judas, uno de los doce, llegó al frente de una turba armada con espadas y con palos. Iban enviados por los sacerdotes y los dirigentes del pueblo, 48a los que Judas había dado esta contraseña: “Aquel a quien yo bese, ése es. ¡Apresadlo!” 49Sin pérdida de tiempo se acercó a Jesús, y le dijo:
—¡Salve, Maestro! —y lo besó.
50Jesús le respondió:
—Amigo, ¿qué has venido a hacer?
Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo prendieron. 51En aquel momento, uno de los que estaban con Jesús desenvainó una espada y de un tajo le cortó una oreja a un siervo del sumo sacerdote.
52Jesús le dijo:
—Envaina de nuevo esa espada, porque el que empuña espada, a espada morirá. 53¿Acaso no piensas que yo ahora podría orar a mi Padre, y que él me enviaría al instante más de doce legiones de ángeles? 54Pero si hiciera eso, ¿cómo se iban a cumplir las Escrituras que dicen que estas cosas han de acontecer así?
55Luego dijo a la turba allí reunida:
—¿Soy, quizás, un bandido tan peligroso que habéis de venir con espadas y con palos a prenderme? Todos estos días me he sentado a enseñar en el templo, y no me habéis arrestado. 56Pero todo esto está sucediendo para que se cumpla lo escrito por los profetas.
Entonces todos los discípulos huyeron y lo dejaron solo.
Jesús ante el Consejo
Mr 14:53-65; Jn 18:12-13,19-24
57Los que habían apresado a Jesús, lo condujeron a la casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se encontraban reunidos los escribas y los dirigentes judíos. 58Pedro, siguiéndole de lejos, llegó hasta el patio de la casa del sumo sacerdote. Una vez allí, se sentó entre los soldados para ver en que pararía finalmente todo lo que estaba ocurriendo.
59Los principales sacerdotes y el concilio reunido en pleno, empezaron a buscar contra Jesús algún falso testimonio que les permitiera pedir para él la pena de muerte. 60Se ofrecieron muchos testigos falsos, pero sus testimonios no tenían valor. Finalmente se presentaron dos, 61que declararon:
—Este hombre ha dicho que él puede derribar el templo de Dios y reconstruirlo en tres días.
62Al oir esto, el sumo sacerdote se puso en pie y preguntó a Jesús:
—¿No tienes nada que contestar a lo que estos declaran en contra tuya?
63Pero Jesús guardó silencio. Insistió el sumo sacerdote:
—En el nombre del Dios viviente te conjuro: Dinos si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.
64—Tú lo has dicho —le respondió Jesús—. Pero además de esto os digo que, a partir de ahora, veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del poder de Dios y viniendo sobre las nubes del cielo.
65El sumo sacerdote se rasgó entonces la ropa y gritó:
—¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? ¡Ya habéis oído la blasfemia! “ 66¿Qué pensáis de esto?
—¡Es reo de muerte! —respondieron ellos.
67Entonces lo maltrataron: unos le escupían en el rostro, otros le daban de puñetazos y otros le abofeteaban, 68mientras decían:
—A ver tú, Cristo, profetízanos quién es el que te golpea.
Pedro niega a Jesús
Mr 14:66-72; Lc 22:55-62; Jn 18:16-18,25-27
69Pedro estaba sentado fuera, en el patio de la casa, cuando se acercó a él una criada y le dijo:
—Tú también andabas con Jesús el galileo.
70Entonces Pedro lo negó ante todos los presentes, diciendo:
—No sé de qué me estás hablando.
71Poco más tarde, saliendo él de aquel lugar, otra mujer lo vio y dijo a los que allí se encontraban:
—Este hombre es de los que estaban con Jesús el nazareno.
72Pedro volvió a negarlo, jurando que no le conocía:
—¡Yo no conozco a ese hombre!
73Pero un rato después, algunas personas que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron:
—Ciertamente tú eres uno de ellos, y no puedes negarlo porque hasta tienes acento galileo.
74Pedro comenzó a maldecir y a jurar, diciendo:
—¡Yo no conozco a ese hombre!
Pero en aquel momento cantó el gallo, 75y él recordó las palabras de Jesús: “Antes que el gallo cante, me negarás tres veces”. Entonces Pedro salió corriendo afuera y lloró con gran amargura.