Un profeta sin honra
Mt 13:54-58
1Poco después salió Jesús, y acompañado de sus discípulos se fue a Nazaret, su propia tierra.
2Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga. Muchos que le estaban escuchando, se preguntaban admirados unos a otros: —¿Cómo puede saber tantas cosas este hombre? ¿Y cómo puede hacer tales milagros? 3¿No es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿Y no son sus hermanas estas que están aquí con nosotros?
Y se escandalizaban a causa de Jesús. 4Por eso, él les dijo:
—Ningún profeta es aceptado en su tierra ni entre sus parientes, y ni siquiera en su propia casa.
5Y no pudo realizar allí ningún milagro, aparte de curar a unos cuantos enfermos poniendo las manos sobre ellos. 6Luego, asombrado por lo incrédulos que eran, se fue a enseñar por los pueblos de alrededor.
Jesús envía a los doce
Mt 10:1,9-14; Lc 9:1,3-5
7Un día llamó a sus doce discípulos, y después de haberles dado poder para expulsar a los espíritus impuros, los fue enviando de dos en dos. 8Les ordenó que, excepto un bordón, no llevaran nada para el camino: ni comida ni bolsa ni dinero; 9y que calzaran sandalias, pero no llevasen ropa de repuesto. 10Además les aconsejó:
—A cualquier lugar al que vayáis, quedaos siempre en la casa donde primero os hayan recibido. Mientras estéis en un mismo pueblo, no andéis cambiando de alojamiento. i 11Y si en algún sitio no quieren recibiros ni escuchar vuestras palabras, salid de él y sacudíos el polvo de los pies, para que les conste.
12Los discípulos se pusieron en camino, y fueron por todas partes predicando a todos que se arrepintieran y se apartasen del pecado. 13Expulsaron muchos demonios y, ungiendo con aceite a muchos enfermos, los sanaban.
Decapitación de “Juan el Bautista
Mt 14:1-12
Lc 9:7-9
14La fama de Jesús llegó a oídos del rey Herodes, el cual se sentía confundido porque mucha gente decía que Jesús era Juan el Bautista, que había resucitado y que estaba dotado de poderesextraordinarios. 15Otros pensaban que Jesús era el profeta Elías, que había regresado; y otros creían que era un profeta como los que hubo en épocas anteriores. 16Pero Herodes seguía insistiendo: —Estoy seguro de que se trata de Juan. Yo mandé que lo decapitasen, pero ha resucitado.
17Lo sucedido fue que Herodes, instigado por Herodías, la mujer de su hermano Felipe, había mandado arrestar a Juan y encadenarlo en la cárcel. 18Porque Juan acusaba con dureza a Herodes de haberle quitado la esposa a Felipe y haberse casado ilegalmente con ella. 19Por esa razón, Herodías odiaba a Juan y deseaba verle muerto; pero no podía hacer que lo matasen, 20pues Herodes, pese a todo, respetaba a Juan y trataba de protegerlo. Le tenía por un hombre bueno y santo, y le gustaba escucharle, aunque muchas cosas que Juan decía le dejaban desconcertado. 21Por fin, con motivo del cumpleaños de Herodes, le llegó a Herodías la oportunidad que buscaba. Aquel día ofreció el rey un banquete a sus ayudantes de palacio, a los altos cargos militares y a los principales ciudadanos de Galilea. 22En cierto momento de la fiesta, la hija de Herodías entró y bailó delante de todos, y tanto gustó la danza de la muchacha a los presentes, que el rey le dijo, 23y se lo juró:
—¡Pídeme todo lo que quieras, y yo te lo daré! ¡Hasta la mitad de mi reino te daré, si me lo pides!
24La muchacha salió y fue a consultar con su madre. Le preguntó:
—¿Qué quieres que le pida?
La madre, sin vacilar, le contestó:
—Pídele la cabeza de Juan el Bautista.
25Regresó la muchacha en seguida a la sala del banquete, y le pidió al rey:
—Quiero que ahora mismo mandes que traigan en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.
26Herodes lamentó mucho aquella petición, pero como se había comprometido con juramento delante de los invitados, no quiso faltar a su palabra. 27Envió, pues, a uno de la guardia con la orden de traer la cabeza de Juan, y así lo hizo el soldado. Decapitó en la cárcel a Juan, 28puso su cabeza en una bandeja y se la entregó a la muchacha. Luego, ella se la llevó a su madre. 29Cuando los discípulos de Juan se enteraron de lo ocurrido, fueron a buscar el cuerpo, y lo enterraron.
Jesús alimenta a los cinco mil
Mt 14:13-21; Lc 9:10-17; Jn 6:5-13
30Por aquel entonces, los apóstoles regresaron de su viaje, y contaron a Jesús lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
31—Apartémonos a un lugar tranquilo, donde podáis descansar.
Porque era tanta la gente que iba y venía de uno a otro lado, que no les quedaba tiempo ni siquiera para comer.
32Partieron, pues, en una barca hacia un paraje solitario. 33Pero muchos que los vieron partir y que reconocieron a Jesús, y otros que procedían de lugares cercanos, emprendieron el camino a pie hacia el mismo lugar, y se les adelantaron con el propósito de reunirse con él. 34Jesús, al llegar y ver aquella multitud, se compadeció de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
35Ya avanzada la tarde se acercaron a Jesús sus discípulos, y le dijeron:
—Este es un sitio muy desierto, y está haciéndose tarde. 36Despide a toda esa gente, para que puedan ir a las haciendas y pueblos vecinos a comprarse algo de comer.
Él les respondió:
37—Dadles de comer vosotros.
Le preguntaron:
—¿Y de dónde vamos a sacar dinero bastante para dar de comer a toda esa multitud?
38Les dijo:
—Id a ver cuántos panes tenéis.
Fueron a verlo, y volvieron con la respuesta:
—Solo tenemos cinco panes y dos peces.
39Jesús mandó a los discípulos que hiciesen recostar a la gente por grupos, sobre la verde hierba. 40Y todos se recostaron formando grupos de cien y de cincuenta.
41Jesús tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y alzando los ojos al cielo los bendijo. Luego partió los panes y se los fue dando a los discípulos para que los distribuyesen entre la multitud. Lo mismo hizo con los dos peces. 42Todos comieron hasta quedar saciados, 43y todavía sobraron doce cestas llenas de trozos de pan y de peces. 44Los que comieron (contando solo a los hombres) fueron cinco mil.
Jesús camina sobre el agua
Mt 14:22-32; Jn 6:15-21
Mt 14:34-36
45Después de esto, Jesús hizo entrar a sus discípulos en la barca y les encargó que se dirigiesen a Betsaida, en la orilla opuesta, mientras él despedía a la multitud. 46Y cuando ya la hubo despedido, subió al monte a orar.
47Al llegar la noche, los discípulos se encontraban en medio del mar, y Jesús estaba solo en tierra. 48En esto los vio remar con grandes esfuerzos, luchando contra el viento, que les era contrario. Cerca de la cuarta vigilia de la noche (sobre las tres de la madrugada) se acercó a ellos caminando sobre el agua, e hizo ademán de adelantárseles. 49En aquel monmento, los discípulos, al verle an dar sobre el mar, pensaron que se trataba de un fantasma y se pusieron a gritar espantados. 50Él les dijo:
—¡Tened ánimo! ¡Soy yo! ¡No os asustéis!
51Luego entró en la barca y el viento se calmó. Ellos se quedaron asombrados y maravillados, 52porque no habían logrado comprender lo sucedido con los panes, pues aún tenían el corazón endurecido por la incredulidad.
53Al término de la travesía arribaron a Genesaret, en la otra orilla, 54y desembarcaron. La gente reconoció en seguida a Jesús, 55y de todos los lugares de alrededor corrieron a dar la noticia de su llegada y a llevarle enfermos en camas y camillas. 56Dondequiera que estuviese, ya fuera pueblo, ciudad o campo, sacaban a los enfermos a las calles y las plazas, y le suplicaban que les dejara tocar aunque solo fuera el borde de su manto. Y todos los que lo tocaban quedaban al punto curados.