Jesús sana a un paralítico
Mt 9:2-8; Lc 5:18-26
1Días más tarde regresó Jesús a Cafarnaum. La noticia de que había vuelto a la casa donde se alojaba corrió rápidamente por la ciudad. 2Muy pronto se reunió tanta gente, que ni siquiera cabían delante de la puerta, y Jesús les predicaba la palabra.
3Mientras les hablaba llegaron cuatro hombres que llevaban a un paralítico en una camilla. 4Intentaron pasar por en medio de la multitud, pero les fue imposible. Entonces subieron al tejado, hicieron una abertura encima de donde Jesús estaba, y por ella, entre los cuatro, bajaron con unas cuerdas al paralítico que yacía en la camilla.
5Jesús, al ver la fe con que aquellos hombres esperaban que sanase al enfermo, se volvió a él diciendo:
—Hijo, tus pecados te son perdonados.
6Algunos escribas que estaban allí sentados, empezaron a decirse a sí mismos:
7—¿Qué palabras son esas? ¡Este blasfema! ¡Nadie puede perdonar pecados, sino solamente Dios!
8Jesús, que se dio cuenta en seguida de lo que ellos pensaban, les preguntó:
—¿Por qué caviláis de ese modo en vuestro interior? 9¿Qué es más fácil, decirle a este paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”? _ 10Pues ahora veréis que el Hijo del hombre tiene toda la autoridad para perdonar pecados en este mundo.
11Entonces, dirigiéndose al paralítico, le ordenó:
—Escúchame: ¡levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa!
Llamamiento de Leví
Mt 9:9-13; Lc 5:27-32
12Al instante se levantó el hombre de un salto, tomó su camilla, pasó entre los presentes y salió de la casa. Todos los que allí estaban se llenaron de asombro, y dieron gloria a Dios diciendo:
—¡Jamás habíamos visto nada parecido!
13Después de esto, Jesús volvió a la orilla del lago; y la gente se reunía a su alrededor para escuchar sus enseñanzas. 14Andando por aquellos lugares, vio a Leví, hijo de Alfeo, que estaba sentado ante su puesto de recaudación de impuestos. Le dijo:
—¡Sígueme!
Leví se levantó y le siguió. “ 15Aquella misma noche celebró Leví una cena en honor de Jesús, a la que él acudió acompañado por sus discípulos. Juntamente con ellos se sentaron también a la mesa algunos publicanos y otras personas de mala reputación, pues ya eran muchos los que entonces le seguían. 16Y ciertos escribas y fariseos que vieron comer a Jesús_ con toda aquella gente, preguntaron a los discípulos:
—¿Cómo es que él está comiendo con esa clase de personas?
17Jesús oyó lo que decían, y les contestó:
—Los que necesitan del médico son los enfermos, no los que están sanos. Yo no he venido a buscar a los que ya son justos y buenos, sino a los pecadores.
Le preguntan a Jesús “sobre el ayuno
Mt 9:14-17; Lc 5:33-38
18En una ocasión en que los discípulos de Juan y de los fariseos estaban dedicados a ayunar, se acercaron unos a Jesús y le preguntaron:
—¿Por qué los discípulos de Juan y de los farisos ayunan, y en cambio los tuyos no lo hacen?
19Jesús les respondió:
—¿Acaso han de ayunar los invitados a un banquete de bodas mientras el novio está con ellos? ¡No, en tanto que tienen al novio a su lado no pueden ayunar! “ 20Pero vendrá el día en que el novio les será quitado, y entonces ayunarán.
» 21A nadie se le ocurre remendar un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque la tela nueva tira de la vieja y el roto se hace más grande. 22Ni a nadie se le ocurre poner vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace reventar los odres viejos, y se pierden a un tiempo “los odres y el vino. El vino nuevo debe ponerse en odres nuevos.
Señor del sábado
Mt 12:1-8; Lc 6:1-5
Mt 12:9-14; Lc 6:6-11
23Un sábado pasaba Jesús por en medio de unos sembrados. Los discípulos, según iban caminando, comenzaron a arrancar espigas para comerse los granos. “ 24Cuando los fariseos lo supieron, le dijeron:
—¿No sabes que nuestra ley prohibe hacer en sábado eso que hacen tus discípulos?
25Jesús les respondió:
—Y vosotros, ¿no habéis leído lo que hizo David en una ocasión en que él y sus compañe-“ros estaban hambrientos? 26¿No sabéis que en tiempos del sumo sacerdote Abiatar entró David en la casa de Dios, comió de los panes de la ofrenda, que tan sólo a los sacerdotes les estaba permitido comer, y repartió de ellos también a los que le acompañaban?
27Luego añadió:
—Pensad esto: el sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. 28Además, sabed que el Hijo del hombre tiene autoridad sobre el sábado.