Advertencias y estímulos
Mt 10:26-33
1En esto se fue reuniendo una multitud; eran miles de personas que se atropellaban unas a otras. Jesús se volvió a sus discípulos y les dijo:
—Sobre todo, guardaos de los fariseos y de la hipocresía de su religiosidad, que es como la levadura metida en la harina. 2Pero no hay nada encubierto que no haya de descubrirse, ni nada oculto que no haya de conocerse. 3Por lo tanto, todo lo que habéis dicho en la oscuridad, se oirá a plena luz; y todo lo que murmuréis en el interior de una estancia, será proclamado desde las azoteas de las casas.
4»Amigos míos, no temáis a quienes pretenden mataros. Pensad que cualquiera puede matar el cuerpo, pero después no puede ya hacer ningún otro daño. 5Os diré a quién en realidad habéis de temer: temed a Dios, porque únicamentqe él es quien puede quitar la vida y quien tiene poder para arrojar en el infierno. 6¿Sabéis cuánto valen cinco pajarillos? Apenas unas pocas monedas, y sin embargo Dios no se olvida de ninguno de ellos. 7Vosotros, pues, no temáis, porque Dios tiene contado hasta el último cabello de vuestra cabeza. Para él, vosotros valéis más que muchos pajarillos.
8»Escuchad esto: A todo aquel que tenga la valentía de confesar públicamente su fe en mí, también el Hijo del hombre le confesará en presencia de los ángeles de Dios. 9Pero el que me niegue delante de la gente de este mundo, también será negado en presencia de los ángeles de Dios. “ 10Cualquiera que en este mundo hable contra el Hijo del hombre, será perdonado; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, jamás alcanzará el perdón.
11»Cuando os lleven a juicio a las sinagogas o ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por lo que habéis de decir o cómo habéis de responder en vuestra defensa, 12porque en ese mismo momento, en presencia de ellos, el Espíritu Santo os dará las palabras oportunas.
Parábola del rico insensato
13Alguien de entre la multitud le dijo:
—Maestro, dile a mi hermano que parta conmigo la herencia que dejó nuestro padre.
14Hombre —respondió Jesús—, ¿quién me ha puesto a mí para que juzgue o reparta cosas como ésa? 15Lo que debéis hacer es guardaros de codiciar sin medida las cosas que no tenéis, porque la vida no depende de la posesión de muchos bienes.
16Luego les refirió esta parábola:
—Un hombre rico tenía una finca muy fértil, que le daba cosechas tan abundantes 17que llegó un día en el que ya no tuvo lugar donde almacenar más frutos. El dueño de la finca se puso entonces a reflexionar en busca de una solución. 18Por fin dio con ella, y se dijo: “Ya sé lo que he de hacer: derribaré mis viejos graneros y construiré otros más grandes donde pueda guardar todos mis frutos y mis bienes. 19Después podré decirme a mí mismo: “Alma mía, ahora que tienes bienes suficientes para muchos años, dedícate a descansar, a comer, a beber y a pasártelo bien”. 20Pero Dios le dijo: “¡Eres un necio!, porque esta misma noche van a pedir tu alma, ¿y quién disfrutará después ide todo el dinero que has acumulado?” 21Pues ciertamente es un necio el hombre que atesora riquezas aquí en la tierra, pero no las atesora en el cielo.
No os preocupéis
Mt 6:25-33
22Volviéndose entonces a sus discípulos, les dijo:
—Por tanto, no os apuréis por qué habéis de comer o con qué habéis de vestiros, 23porque la vida vale más que la comida y que las prendas de vestir. 24Fijaos en los cuervos, que no siembran ni siegan, ni tienen despensas ni graneros; sin embargo, viven porque Dios los alimenta; ¿y acaso vosotros no sois más valiosos que esas aves? 25Además, ¿qué gana uno por mucho que se apure? “¿Logrará aumentar aunque solo sea un co—do (cuarenta y cinco centímetros) su estatura? l 26¿Para qué, pues, tanta preocupación? “ 27Mirad cómo crecen los lirios, que no trabajan ni hilan; sin _embargo, ni aun el mismo Salomón con toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos. 28Y si Dios viste así a la hierba, que hoy está verde en el campo, pero que mañana se seca y es quemada en el horno, ¿no creéis que él os proporcionará también todo lo que podáis necesitar, hombres de poca fe? 29Por tanto no estéis preocupados por lo que habéis de comer o lo que habéis de beber, sino echad a un lado vuestras inquietudes. “ 30Es normal que la gente del mundo se apure por esas cosas, pero no vosotros, porque vuestro Padre celestial sabe que las necesitáis.
31Buscad primeramente el reino de Dios, y Dios os dará en cada momento lo que os haga falta. _ 32No tengáis miedo, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre “le ha placido otorgaros el reino. “ 33Vended lo que poseéis y dad a los que están en auténtica necesidad; esto engrosará las bolsas de •vuestra riqueza en el cielo, las cuales no envejecen ni se agujerean. El tesoro que allí tenéis está seguro, porque en el cielo no hay ladrón que robe ni polilla que destruya. 34Pensad, además, que donde tengáis vuestro tesoro, allí pondréis vuestro corazón.
La vigilancia
Mt 25:1-13; Mr 13:33-37
Mt 24:43-51
35»Estad siempre preparados para cumplir con vuestro deber, y mantened vuestras lámparas encendidas, 36como quienes esperan que su señor regrese de un banquete de bodas, dispuestos a abrirle la puerta en cuanto llegue y llame. 37¡Dichosos los que estén así preparados aguardando su r1egreso!, porque él mismo los llevará adentro, los acomodará y se dispondrá a servirles la comida. “ 38Quizá no llegue hasta entrada la noche, o incluso hasta la medianoche; pero sea la hora que sea, ¡dichosos los siervos que encuentre despiertos a su llegada! 39Igualmente estarían despiertos si conocieran la hora exacta del regreso de su señor, como también lo estaría cualquiera que supiese la hora exacta en que un ladrón intentará entrar en su casa para robarle. _ 40Estad, pues, siempre pre:parados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperéis.
41Pedro le preguntó:
—Señor, ¿a quiénes diriges estas palabras, solamente a nosotros o a todo el mundo?
42-4El Señor respondió:
—Esto se lo digo a toda persona fiel que, como un mayordomo, recibe de su señor el encargo de distribuir a su debido tiempo los alimentos al resto de la servidumbre. Si su señor, al regresar, ve que ha cumplido con su deber, lo premiará nombrándolo administrador de sus bienes; 45pero si el mayordomo piensa: “Mi señor va a tardar en volver”, y se pone a pegar a los hombres y mujeres que debía proteger, y se pasa el tiempo en fiestas y borracheras, 46su señor, regresando cuando menos se le espera, lo castigará con severidad y lo pondrá con los infieles.
47El castigo que recibirá será duro, porque voluntariamente dejó de cumplir con su deber. “ 48Otra cosa es que involuntariamente falte alguien a sus obligaciones: este también será castigado, pero menos severamente. A quienes mucho se demandará es a quienes mucho se les ha confiado, porque su responsabilidad es mayor.
División en vez de paz
Mt 10:34-36
49»Yo he venido a traer fuego a la tierra, ¡y ojalá ya estuviera encendido! ¡Ojalá ya hubiera terminado yo mi tarea! 50Pero aún me espera un bautismo con el que he de ser bautizado, y hasta que salga de él no dejaré de sentirme angustiado. 51¿Pensáis que sólo he venido a traer paz a la tierra? ¡Pues no!, porque también he venido a traer divisiones. 52De aquí en adelante, las familias se dividirán: si son cinco, se enfrentarán tres de un lado y dos del otro; 53el padre se pondrá en contra del hijo, y el hijo en contra del padre; la madre en contra de la hija, y la hija en contra de la madre; la suegra en contra de su nuera, y la nuera en contra de su suegra.
Señales de los tiempos
54En otra ocasión habló Jesús de este modo al gentío que se había reunido:
—Cuando vosotros veis las nubes que empiezan a formarse por poniente, decís: “Va a llover”, y así sucede. 55Y cuando sopla el viento del sur, decís: “Va a hacer calor” y, en efecto, lo hace. 56¡Hipócritas!, vosotros, que sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sois capaces de interpretar leas señales del tiempo actual? 57¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? 58Si mientras vas de camino a los tribunales te encuentras con tu adversario, trata de arreglarte con él antes de que te lleve a la fuerza ante el juez, no sea que te metan en la cárcel, 59de la que no saldrás hasta que hayas saldado toda tu deuda.