1Nosotros, colaboradores de Dios, les rogamos que no reciban su gracia en vano. 2 Porque él dice:
«En el momento propicio te escuché,
y en el día de salvación te ayudé».[a]
Les digo que este es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!
Privaciones de Pablo
3 Por nuestra parte, a nadie damos motivo alguno de tropiezo, para que no se desacredite nuestro servicio. 4 Más bien, en todo y con mucha paciencia nos acreditamos como servidores de Dios: en sufrimientos, privaciones y angustias; 5 en azotes, cárceles y tumultos; en trabajos pesados, desvelos y hambre. 6 Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero; 7 con palabras de verdad y con el poder de Dios; con armas de justicia, tanto ofensivas como defensivas;[b] 8 por honra y por deshonra, por mala y por buena fama; veraces, pero tenidos por engañadores; 9 conocidos, pero tenidos por desconocidos; como moribundos, pero aún con vida; golpeados, pero no muertos; 10 aparentemente tristes, pero siempre alegres; pobres en apariencia, pero enriqueciendo a muchos; como si no tuviéramos nada, pero poseyéndolo todo.
11 Hermanos corintios, les hemos hablado con toda franqueza; les hemos abierto de par en par nuestro corazón. 12 Nunca les hemos negado nuestro afecto, pero ustedes sí nos niegan el suyo. 13 Para corresponder del mismo modo —les hablo como si fueran mis hijos—, ¡abran también su corazón de par en par!
No formen yunta con los incrédulos
14 No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad? 15 ¿Qué armonía tiene Cristo con el diablo?[c] ¿Qué tiene en común un creyente con un incrédulo? 16 ¿En qué concuerdan el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho: «Viviré con ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo».[d] Por tanto, el Señor añade: