El amado
1He entrado ya en mi jardín,
hermana y novia mía,
y en él recojo mirra y bálsamo;
allí me sacio del panal y de su miel;
allí bebo mi vino y mi leche.
Los amigos
¡Comed y bebed, amigos,
y embriagaos de amor!
Cuarto Canto
La amada
2 Yo dormía, pero mi corazón velaba.
¡Y oí una voz!
¡Mi amado estaba a la puerta!
«Hermana, amada mía;
preciosa paloma mía,
¡déjame entrar!
Mi cabeza está empapada de rocío;
la humedad de la noche corre por mi pelo».
3 Ya me he quitado la ropa;
¡cómo volver a vestirme!
Ya me he lavado los pies;
¡cómo ensuciarlos de nuevo!
4 Mi amado pasó la mano
por la abertura del cerrojo;
¡se estremecieron mis entrañas al sentirlo!
5 Me levanté para abrir a mi amado;
¡gotas de mirra corrían por mis manos!
¡Se deslizaban entre mis dedos
y caían sobre la aldaba!
6 Le abrí a mi amado,
pero ya no estaba allí.
Se había marchado,
y tras su voz se fue mi alma.
Lo busqué, y no lo hallé.
Lo llamé, y no me respondió.
7 Me encontraron los centinelas
mientras rondaban la ciudad;
los que vigilan las murallas
me hirieron, me golpearon;
¡me despojaron de mi manto!
8 Yo os ruego, mujeres de Jerusalén,
que, si encontráis a mi amado,
¡le digáis que estoy enferma de amor!
El coro
9 Dinos, bella entre las bellas,
¿en qué aventaja tu amado a otros hombres?
¿En qué aventaja tu amado a otros hombres,
que nos haces tales ruegos?
La amada
10 Mi amado es apuesto y trigueño,
y entre diez mil hombres se le distingue.
11 Su cabeza es oro puro;
su cabellera es ondulada
y negra como un cuervo.
12 Sus ojos parecen palomas
posadas junto a los arroyos,
bañadas en leche,
engarzadas como joyas.
13 Sus mejillas son como lechos de bálsamo,
como cultivos de aromáticas hierbas.
Sus labios son azucenas
por las que fluye mirra.
14 Sus brazos son barras de oro
engarzadas sobre topacios.
Su cuerpo es pulido marfil
incrustado de zafiros.
15 Sus piernas son pilares de mármol
que descansan sobre bases de oro puro.
Su porte es como el del Líbano,
esbelto como sus cedros.
16 Su paladar es la dulzura misma;
¡todo él es un encanto!
¡Tal es mi amado, tal es mi amigo,
mujeres de Jerusalén!